jueves, 26 de enero de 2012

Nosotros los de entonces ya no somos los mismos.

He aquí el maestro, y la tristeza de lo que se va...Un incondicional de la almohada. Sthendal y sus profetas.


No he escrito, pero esta vez no tanto por vagancia, ni por falta de tiempo (que también la hay) si no porque me han faltado motivos. O motivación, puede ser. ¿Cómo poder conformarse con la mediocridad de tu propia creación tras haber leido a los grandes?, tras haber respirado del mismo aire de la Barcelona de postguerra (con todo tipo de sensaciones creadas con palabras maestras), tras esos artículos de opinión tan mordaces y acertados que leemos a diario, tras un sin fin de obras y autores que mi profesor de Literatura Universal me muestra como si fuera el manjar más exquisito para unos labios abidos de palabras...Pessoa, Catulo, Lord Byron, Homero, Aristófanes, Shakespeare, Marlow, Cervantes, los escritos de la Biblia,lírica galico-portuguesa...y yo que parece que no sé ni redactar un resumen debidamente. Por favor, si estás por ahí, motivación, necesito tener una charla contigo.

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
De mi cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe
quién es
(Y si supiesen, ¿qué sabrían?)
(...)
Fernando Pessoa

lunes, 9 de enero de 2012

No celebro la navidad pero me gusta mi regalo.

Un año pasa, pasan recuerdos y los dos de la mano, con música chatarrera de fondo, nos saludamos con los labios , en silencio, aprendemos quienes somos a base de hurgarnos las miradas. Y ese de la camisa, parece que es el del año pasado.. cierto, primavera si no me equivoco, en Portugal... ¡Y está conmigo! vaya, será un buen año, ¿no cres?

Que bien le quedaba el sol en el verde (que ahora me fulmina la falda), la arena perniciosa nos volcaba en el mar, que fácil era todo cuando no sabíamos nada, analfabetos de normas, sujetos con pantalones cortos y un camino rojo a tus brazos, a dos ruedas.


Ahora, camino a la edad del delito, hacemos montañas a menudo, de conversaciones fabricada de símbolos; y poco de personal tienen nuestras disputas, la tecnología parece llevarse mis escasas seguridades y tus nervios se fugan junto a ellas. Nos hacemos ovillo en los miedos. Y lloro, porque nunca me han enseñado a afrontar lo que no se sabe, las posibilidades se hacen sus huecos en mi irracionalidad. Lloro y emborro a veces los sueños con rimel de ayer, pero nunca dejo de despertar con las palabras más dulces en los labios dispuestas para tu foto, que me habla con símbolos que ahora parecen poesía.

Que bien me sonaba tu B mecida en mi acento, tu guitarra, las no promesas que quisiste darme a mi pesar, tardes enteras dejando mis ojos llenos de arenas tras tu balón, una charla sobre películas mientras nos mandaban callar y ese beso que le robé a una cara casi desconocida.
Sí, un buen año.