domingo, 16 de diciembre de 2012

Mordía el agua por ti.



En la televisión dicen muchas cosas, pocas verdades pero muchas cosas. Busco cualquier porquería con la manta hasta el mentón. Fuera hace frío (o eso parece) llueve sin parar; gotas y gotas se acumulan en la ventana y se escurren con tranquilidad, conscientes de su destino. No puedo evitar el estribillo de una canción deprimente que atraviesa mi patética fortaleza mental. Sigo viviendo la vida de otros a través de la pantalla. Me pongo un poco triste, parece algo repentino pero sé bien que ya estaba ahí. Me ha atravesado un recuerdo, veloz y en fuga, me abrasa sin remedio. Pienso de nuevo en que puedo hacer para cambiar esto, repaso mis opciones desesperadamente. No depende de mí. El reloj ha avanzado sus manecillas, él habrá pasado sus páginas y yo sigo atascada en un sentimiento que cada vez carece más de sentido. Entonces, indefensa ante la situación, me aovillo e intento olvidar el mundo, la tecnología e incluso el maldito programa basura. Llueve fuera; todavía se vislumbra el sol entre los nubarrones, quizás cuando este se esconda, tenga que acoger el diluvio en mí.


Buenas noches
a los que tengan arca en la cual salir a flote
o a aquellos que, como el pobre Jack, tengan que perecer por darle todo a alguien (malditas Roses del mundo).