viernes, 10 de agosto de 2018

Circa 2018. Memorias abreviadas

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4 años de silencio a gritos, de reprimidos instintos de tinta y nocturnidad.

Han volado las palabras, página a página, llenándome de dudas y ritmo acelerado; pérdida de realidad y suelo. He dicho mucho, callado lo justo y llorado a mares. Me he ahogado, he salido a la superficie y me ha faltado aire a menudo. Pequeñas balsas en forma de hojas traseras de cuaderno me han sostenido y guiado por sus pautas.

He amado, he tenido infinidad de dudas, he reído a borbotones y he hecho listas infinitas con lo bueno y lo malo. No han faltado ojos para observar mis vaivenes, en la distancia o de cerca me han hecho participes de otras vidas y conflictos.

He subido hasta los 24, sin saber bien como trazar las curvas. Está siendo, la vida, un paisaje que hago y rehago en cada introspección. Me he descubierto en el centro y, sin sonrojo, he aceptado la etiqueta y las indicaciones de lo que significa ser quien soy.

Sigo aprendiendo, reprendiéndome y haciendo las paces por todas las decisiones que he ido tomando, de la más ínfima e involuntaria a la mayúscula e irrevocable. Siguen pesando las despedidas, todavía con los brazos abiertos, con la esperanza de una próxima vez, no lo niego, pero confío más en mi irrevocable, terca, convicción.

Me he reencontrado con las ruedas de una bicicleta e he ido a donde nació el amor y donde todavía siento su muerte inesperada. Me he forrado de recuerdos, conversaciones y deseos de continuar con este proyectodetodo que soy hoy. Sigo con la mochila a cuestas, la música, los poemas y la lluvia. En el mismo pueblo, con el mismo sabor a mar en los labios.

He dejado tanta piel en este asfalto que no puedo discernir donde acaba y donde empiezo, por eso siempre vuelvo. Con los nervios de la primera vez, con la bandeja llena de ideas en borradores y sintiéndome una farsante fascinada por el juego.

Ahora, tratando de no volver a pensarlo, leerlo o presionar el botón de guardar una vez más, 
reabro la herida y la dejo curar al aire