miércoles, 27 de febrero de 2013

Proceso de adaptación.


Madrugo, o lo intento. Realmente me quedo dormida dos de los cuatro días de clases. Un buen equilibrio. Cada vez hace más frío y cala. Sigo con las pesadillas. 

Audrey me recibe todas las mañanas y me persigue con la pelota. Salgo con prisa (siempre) y con la bufanda hasta la nariz. El sol todavía está tímido y desperezándose. Dudo de si he cerrado la puerta y pierdo 10 valiosos segundos. Desenredo los auriculares y al fin comienza lo bueno de la mañana. 

Es fundamental que la primera canción sea perfecta para el día. Y canto para mí. Miro la hora y continuo. Ya no se nota el frío. Llego justo antes de que el autobús se vaya. Me voy al fondo a maldecir mi incapacidad de dormir con personas alrededor y ya no canto. 
Una hora es mucho rato para pensar y pensar. 
Para dejarse cerrar por dentro. 
Para conocerse.




Hoy he recibido, de forma inesperada, una alegría; en la biblioteca de la universidad, mientras buscaba un estudio sobre El Lazarillo de Tormes, me he topado con un libro de Carlos Salem. Pienso recorrer esos estantes más a menudo. De momento Tomates Verdes Fritos está casi terminado y hoy he comenzado con El túnel. Ah, y La Celestina también en proceso. Y películas y películas pendientes. De momento he visto Lost in translation y Once (recomendadísimas ambas). Estoy abierta a sugerencias.

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