Como si abriera las compuertas y se dejara derramar le confesó que, a veces, sentía que se le desplegaban las alas y se asustaba de la gente que pasaba tan cerca y tan rápido.
Ellos no podían verlas ni percibir como, al tocarlas, la dejaban sin capacidad de volar; por eso continuaban pasando indolentes, veloces, sin dejar evidencias de sus daños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario